Detrás de las minifaldas: El fenómeno social de la prostitución en Barrios Unidos


Por: Rafael SilvaBareño

De la prostitución se han dicho muchas cosas: Que es el oficio mas antiguo de la humanidad, que quienes la ejercen son mujeres de la vida alegre, que lo hacen por gusto, por plata o por vicio, y que “ellas” necesitan rehabilitarse o al menos convertirse.

Estas ideas se ven reforzadas cuando pasamos en un bus o a pie por el sector de prostitución del barrio Siete de Agosto, entre las calles 66 y 68, con carreras 21 y 22. Allí, estacionadas a la entrada de las tiendas, bares, ‘rocolas’ y residencias, o transitando por las aceras; los transeúntes –hombres y potenciales clientes- “echan ojo”, en una especie de casting, a la tropa de mujeres y chicas transvestis que a cualquier hora del día ofrecen sus servicios sexuales.

Pero detrás de las cortas faldas, las sensuales licras y los vaporosos vestidos, hay personas –hombres y mujeres- que hacen parte de un fenómeno social llamado prostitución. Una realidad frente a la cual las sociedades, en distintas épocas y lugares, han tenido una postura diferente y cambiante: unas veces promovida, otras permitida, prohibida, reglamentada, perseguida, ocultada y/o castigada. 

De todas maneras, esta actividad, que tiene en común ser ejercida principalmente por mujeres -paradójicamente para beneficio de los hombres- se ha mantenido hasta nuestros días. Valdría la pena preguntarnos qué es lo que mantiene vigente este oficio, aun en sociedades donde está prohibido y penalizado. ¿Será acaso que la culpa ha sido la existencia de mujeres casquivanas y licenciosas que, a imagen de la Magdalena, gustan y se lucran de la prostitución? ¿O será que por el contrario, las mujeres, en su mayoría, antes que prostituirse, fueron prostituidas en nuestras sociedades, predominantemente gobernadas por y para hombres; desde la familia, la sociedad, el Estado y la religión?

No se puede desconocer que las motivaciones por las que hombres y mujeres deciden ejercer la prostitución en algún momento de su vida son diversas y van, desde padecer el desempleo y situaciones económicas difíciles, pasando por el desplazamiento forzado, el engaño y la trata de personas, hasta la explotación y el abuso sexual. Solo en menor proporción, un sector de personas que ejercen la prostitución manifiesta que lo hace como opción laboral y es esta decisión personal con la que se siente a gusto. Este último caso se presenta especialmente en la modalidad, que podría llamarse más exclusiva, de prostitución: prepagos, scourts y acompañantes.

Pero este no es el caso del Siete de Agosto que, como en otros sectores marginales de comercio sexual, lo que no vemos y poco sabemos de la prostitución es que es una labor que alimenta muchas bocas; desde el vendedor de dulces de la esquina, pasando por el portero del motel, la administradora del bar, el expendedor de drogas, hasta la pareja y los hijos de las mujeres que la ejercen. En la calle, los transeúntes ‘morbosean’ a la “prosti” y sus atributos, la Policía vigila a las potenciales delincuentes, la religiosa se apiada de estas ovejas descarriadas y anhela su redención, y las señoras ‘de bien’ reprochan su oficio sinvergüenza y se escandalizan ante las cortas vestiduras que muestran todo. 

Pero todas estas personas desconocen que, después de tardes y noches complaciendo las fantasías de señores de corbata, mensajeros con moto y jóvenes universitarios; ‘Andrea’, ‘Karla’, ‘Vanesa’ y ‘Gina’ retornan a casa en condición de hijas, hermanas, esposas, tías y, en su mayoría, de madres. Un promedio de 8 de cada 10 personas que ejercen la prostitución, según datos de la Secretaria Distrital de Integración Social, tiene uno o mas hijos. 

Tampoco se sabe mucho sobre la vida familiar que trascurre más allá de la tienda y la pieza de los ratos. En los segundos y terceros pisos de las viviendas del sector de prostitución del este barrio, habitan abuelos, hermanos, sobrinos, hijos de los propietarios y de las mujeres que laboran en los establecimientos y los dejan al cuidado de otra compañera. Verdaderas familias que se han constituido más allá de lazos de parentesco, por lazos sociales en torno a esta comunidad.

Para el grueso de la ciudadanía y las mismas personas que están vinculadas a la prostitución, resulta desconocida la reglamentación que sobre el tema rige actualmente en nuestro país. Desconocen que en la legislación colombiana el ejercicio de la prostitución no es un delito y como tal no esta penalizado. Por supuesto, esto aplica únicamente para hombres y mujeres mayores de edad, que la ejercen a libre consentimiento; en caso contrario, tratándose de niños, niñas y adolescentes, menores de edad, no se considera propiamente como “prostitución”, sino como la existencia de un grave delito denominado “explotación sexual”, cometido por parte de un adulto, al que se le denomina proxeneta o ‘chulo’ y que en ocasiones resulta ser uno de sus parientes mas cercanos.

Frente al tema de la prostitución, la Corte Constitucional se pronuncio el año pasado mediante la Sentencia (T-629/10), en una histórica decisión que, al tutelar los derechos fundamentales de Lais - una mujer en ejercicio de la prostitución y en condición de gestante-, reconoció a la prostitución como actividad lícita y a quienes la ejercen como personas que deben gozar del “derecho a la igualdad de trato ante la ley, a la no discriminación, al trabajo, la seguridad social, la dignidad, la protección de la mujer en estado de embarazo, el derecho del que esta por nacer, el fuero materno y el mínimo vital.”

Adicionalmente, en la Sentencia, la Corte Constitucional exhorta a las autoridades distritales, administrativas y de Policía, para que, conforme a sus competencias misionales, protejan y garanticen de manera efectiva los derechos de las personas que ejercen la prostitución. Una indicación también para ciudadanos y ciudadanas, a aceptar y reconocer a las personas que, ya sea forzadas por las circunstancias o por libre elección, ejercen este milenario oficio; así como a buscar acuerdos en el marco del respeto y la diferencia, que permitan la seguridad humana y convivencia en los sectores donde la actividad de la prostitución genere conflictos.

En este sentido, para atender a esta población, se conformó en nuestra localidad la Mesa de la Red de Oportunidades para la Población Vulnerable, iniciativa liderada por el Hospital Chapinero, que cuenta con la participación de la Secretaría de Integración Social, la Secretaría de Gobierno, Casa de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres, Policía, ONGs como Oriéntame, la Fundación Renacer, Apoyarte, y mujeres y población LGBTI –lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales- vinculadas al sector de prostitución del barrio Siete de Agosto. 

Para información escriba a mesa_red_de_oportunidades_norte@hotmail.com, o comuníquese al teléfono 311 7911.

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